Poemizando...

Rudimentarias técnicas que avalan lo rebelde

Los señores de la escritura institucional le temen a la vida viva que tienen en las manos cuando leen a un poeta joven que no tendría por qué escribir así. Se dicen como justificando, este niño juega con las palabras y, aunque parezca lúcido lo que dice, no es capaz de hablar de algo claro, tan sólo lo reduce todo a una totalidad. El niño sabe de poesía, ha leído, pero no podría surgir con una escritura así, no lo dejarían. Mejor no le digo nada, total, si es bueno, se las arreglará.

Así hablan los señores de la institución y así se pierden los disidentes, los renovadores de la nada o los poetas de bolsillo. Toda una gama se pierde y la paleta queda reducida a los monocromáticos, al todo color o al nada color, a los que hablan desde un sólo lado o recitan para los amigos. Que vago panorama para un reino tan cultural.

Sacudir los muros es un designio divino que todos escuchan y que, eventualmente, todos podrían practicar. La diferencia la hace aquel que no se deja llevar por la indiferencia del reino. El que lucha por validarse como vida y no como canon. Porque yo podría perfectamente seguir una línea explicativa para esto, pero en vez de eso, derivaré hacia otros lados, más allá de la conciencia, tan vital por estos días, como el agua que no abunda y siempre ha estado. El agua siempre ha estado. Estado es una falacia enorme. Es un gran vaciamiento; categoría. Así todo: sistema solar, estructura, planetas, estados, Tierra. No faltará el dia en que nos digan que el agua es tierra y siempre lo fue pero ustedes no lo sabían, y justo ahí pensaremos, claro, la alquimia siempre ha sido, porqué escuché al crítico que dijo que yo no valía nada. Mierda. Dios me quería rebelde y yo con metonimias perpetué el sistema. La estructura se tapa la muy pilla, carita de niño que te ayudara surgir si le pasas tus poemas. Sistema, vida, da igual.
No sé de qué estaba hablando.

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