Y sólo con el escándalo paciente que su roce provocaba en mí
y la cercanía que dejaba la luna en mis manos,
pude comprobar que la mar es una diosa
- femenina por dondequiera-
que nos ata en la no costumbre
de los desnudos impacientes
de desnudar...
y la más eterna condena
del desfiguro sexual
que nos destierra de algunas promesas
llevándonos a un sólo segundo
en donde el frío no existe
de noche
muy noche
y desnuda
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Me gustó!
que agradable sensación. muy agradable.