Marcha impaciente, filas y filas de espesas angustias, cargadas de cegueras. Sol de verano, arena entre los dedos, calor entre los pulmones, sangre entre los dientes.
Mi dolor es el dolor de la tierra, mi angustia el hambre de los míos, y sigue la marcha.
Marcha impaciente, sonidos del viento, latigazos en los pies, a las espaldas del mundo, a mis espaldas. Cada golpe, cada negro, cada luz.
Todos conocemos el espacio y la quietud, la agonía y la esperanza, nadie reza sobre flores muertas, sobre el alma que se escapa por las narices.
Marcha impaciente, de un caos y tu orden, de un mundo que se muere a los pies de todos, a las manos de todos, a los oídos de todos.
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