Cómo se nota
que eché el mosco al cuarto
y se me llevó el sentimiento con el sentido
y que de la razón y los revueltos
están bailando afuera preparándose para partir
todos estos malos trajes de verano
las siluetas enfermeras
los ojos malsecados.
¡Qué extraño era!
Pero, me vuelve a nacer la rosa entre el ombligo...
Y me grito tanto que en tanto sonido
se me trisan las razones
y me voy al cuanto nosotros
soñábamos en una ventanita verde
escribiéndonos con tizas
puras erecciones de bellos vellos
-y feos vellos también-
y siempre el último dibujo
era cuando me tapabas hasta el cuello
con tu mano
y me dejabas dormir.